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miércoles, 2 de junio de 2010


¿Los niños como enemigos? La importancia del afecto



En los últimos tiempos prolifera la creencia de que la juventud se está desmadrando porque no se les educa; se habla continuamente de la dejación de funciones de la familia, y de la necesidad cada vez más acuciante de poner límites a los niños y tener mano dura con ellos. Se nos ofrece una imagen del niño como un ser salvaje que necesita ser domado, domesticado, adiestrado. Se fomenta la creencia de que los niños se malcrían si les damos un exceso de cariño (como si hubiese una medida que indicase hasta dónde el cariño es adecuado). En el colegio, nos dicen a las madres de los niños y niñas de infantil que no les mimemos, que no atendamos a sus llantos cuando tienen que ir por primera vez al colegio, que no les hagamos caso.
Sin embargo, si acudimos a la literatura científica sobre el tema, nos dicen cosas muy diferentes. Hay dos conceptos básicos relacionados con el desarrollo de la afectividad y la adaptación psicológica que son el concepto de apego y el concepto de resiliencia. Los niños y niñas que muestran una mayor adaptación psicológica a su entorno social son aquello que han desarrollado un apego seguro con al menos uno de sus cuidadores. El apego seguro consiste en el desarrollo de un vínculo de amor con un cuidador básico que permite al niño explorar su entorno sin miedo a las agresiones externas. Cuando un niño ha sido abrazado, besado, mimado, se han atendido sus necesidades básicas y emocionales cuando lo ha necesitado, se le han ofrecido apoyos para explorar su entorno sin correr riesgos, entonces es más probable que haya desarrollado este tipo de apego, y es menos probable que presente conductas desadaptadas en la adolescencia.
Por otra parte, el concepto de resiliencia hace refencia a la resistencia y la capacidad de una persona para superar los infortunios a lo largo de la vida. Se ha comprobado que, entre las víctimas de los grandes desastres humanitarios, como por ejemplo las guerras, hay personas que son capaces de superar psicológicamente sus desgracias y rehacer felizmente sus vidas, mientras que otras pasan años atormentadas sin ser capaces de sobrellevar el peso de sus experiencias pasadas. La diferencia fundamental entre estos dos tipos de personas es que las primeras habían desarrollado, antes de las desgracias, una personalidad resiliente a partir de los apoyos afectivos recibidos durante su infancia. Las personas que han sido criadas con apego, con cariño, que han tenido una autoestima alta gracias al apoyo afectivo de sus allegados, tienen muchas más probabilidades de superar los obstáculos que pone la vida y, en definitiva, de ser felices.
Por lo tanto, desconfiad del discurso actual sobre la educación que solo hace hincapié en las normas y los límites que tenemos que imponer a nuestros hijos. El amor y el afecto son los ingredientes fundamentales de la educación. La mayor parte de los desajustes se producen por una carencia de los mismos. Una vez hayamos solucionado este aspecto, las normas y los límites caen en terreno abonado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola me llamo jesús y me dedico a la docencia desde hace 10 años, los que creemos en esta manera de entender las cosas somos también grandes incromprendidos dentro del mundo educativo nos trantan como aduladores, los propios compañeros nos tachan de injustos ya que ellos se sienten malos al reñir y basarlo todo en la negatividad, no es fácil cambiar las cosas algunos ponemos nuestro granito, pero vosotros padres debereis insistir a los educadores que insistan en la comprensión de su ambiente y a superar las dificultades todos juntos familia-escuela, confiando en los distintos papeles que aporta y la complementaridad que proporcionan. Artículo genial, enhorabuENA.

Anónimo dijo...

Si, desgraciadamente todavía hay educadores que ven más fácil gritar a un niño para que ese esté quieto que acercarse con cariño y respeto a indagar porqué se mueve tanto. ¿No será que se aburre con tanta rutina y tanto contenido sin vinculación con la vida real?

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